La música que toca
no precisa teatro,
ni máscaras, ni telas,
telones, talonarios, …
Solo viento y madera,
piedra y mortero, años.
Le da rigor al ritmo,
que no queda en lo clásico,
no lo relega a un ciclo
sordo, de fondo y básico.
Que sea la melodía,
que tenga todo El Canto.